El miércoles 11 de marzo cumplía 36 semanas de embarazo y justo ese día tuve cita con el ginecólogo. "Creo que ya estamos cerca" me dijo, considerando que tenía 2cm de dilatación y que mi hijo mayor había nacido en la semana 37+3. Yo también lo creía. El jueves me empecé a poner nerviosa, tenía la sensación de que mi hijo nacería en cualquier momento y muchas dudas rondaban mi cabeza. ¿Podría amarlo igual que a mi hijo mayor? ¿Cómo iba a reaccionar mi hijo mayor? ¿Cómo iba a hacer para atenderlos a los dos? Ese mismo día mi mami me llevó a comprar la ropita que necesitaba, porque por el trabajo no me había dado tiempo de comprar casi nada.
Dicho y hecho, a las 3 de la madrugada del viernes 13 de marzo, con 36+2 semanas, empecé a tener contracciones. Eran intensas pero espaciadas (cada media hora aproximadamente), así que decidí esperar. Desperté a mi esposo y le dije lo que estaba pasando, pero le comenté que podíamos esperar hasta la mañana. Dormí por ratos y a eso de las 6:30am me levanté para ducharme. Las contracciones eran más fuertes y seguidas ahora, así que llame al ginecólogo. Quedamos en encontrarnos a las 8am en su consultorio para que me evaluara y ver a qué hora debíamos ir a la clínica, así que llamé a mi mamá y le pedí que fuera a quedarse con mi hijo mayor, la pobre estaba super nerviosa.
No se imaginan cómo me quedé cuando el ginecólogo me dice: "Pero si aquí está la cabeza, estás de parto, tenemos que ir a la clínica ahora mismo". ¡Yo no tenía ni el maletín hecho! "¿Tienen auto?" nos dijo, "Nos vamos los tres juntos". Así que nos subimos los tres a nuestro auto rumbo a la clínica, que felizmente quedaba cerca, a unos 10 o 15 minutos.
Al llegar a la clínica mi esposo tenía que ir a estacionar el auto así que nos dejó al ginecólogo y a mí en la puerta de Emergencias. Me senté en la silla de ruedas que había en la puerta ¡y el ginecólogo me empujaba! Entramos a Emergencias y él decía: "A sala de partos" mientras iba abriendo las puertas y empujándome en la silla de ruedas. Yo intentaba mantener la calma. Felizmente mi ginecólogo es super calmado así que me transmitía tranquilidad.
Decidí llamar a mi esposo para decirle a dónde estábamos yendo, ¡pero no había señal! En ese momento pensé que no iba a llegar al parto y que yo iba a estar sola. Felizmente cuando llegamos a la sala de partos y mientras preparaban todo apareció mi esposo. De ahí vino el anestesiólogo, pero el ginecólogo me dijo que para qué me iba a poner la epidural, que ya no me iba a hacer nada. Me colocaron en posición semi sentada (lo cual ayudó muchísimo), escuchamos los latidos del bebé (que felizmente estaban bien) y ¡empezamos la fase de expulsión! Por orden del ginecólogo no me hicieron la maniobra de kristeller; "Déjala que ella puede sola" le dijo a la obstetriz, y tampoco me hicieron episiotomía. Fue un parto rapidísimo. Tan solo 30 minutos después de llegar a la clínica, a las 9:02am, nacía Lucas, un bebé precioso con 3.2 kg de peso y 49 cm de largo.
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Lucas y mamá |
Termino este post agradeciendo a mi esposo, a mi mami, a mi ginecólogo y al personal de la clínica, por mantener la calma, ayudarme y acompañarme siempre que lo necesité.