"Ladies night" o, traducido al castellano, "Noche de chicas" era como se conocía a las noches de los jueves en Lima cuando yo estudiaba en la universidad (no tengo idea si esto seguirá siendo así). La entrada a las discotecas era gratis para las chicas así que era la noche perfecta para ir a bailar entre amigas. Quién me iba a decir que más de diez años después y al otro lado del charco, las noches de los jueves volverían a convertirse en mi "Noche de chicas". Ese día mi marido, también conocido como el papá de Mateo, se encarga de bañarlo, darle de cenar y, lo más difícil de todo, hacerlo dormir, y yo me voy (no, las discotecas las dejé hace mucho) a una relajante y reparadora clase de yoga, en la que por esas casualidades de la vida sólo hay mujeres (¡ojo que los chicos son bienvenidos!).
Descubrí el yoga hace unos cuatro años cuando empecé a sufrir vértigos. Después de varias visitas al médico éste terminó por decirme que necesitaba relajarme y me recomendó el yoga. Hasta ese momento yo había tenido muy poco contacto con el yoga. Es cierto que cuando era pequeña mi padre practicaba yoga en casa por las mañanas, pero yo nunca me interesé en el tema y más bien me preguntaba qué hacía mi padre parado de cabeza sobre la alfombra del salón todos los días a las siete de la mañana.
Gracias a esos vértigos (que por cierto desaparecieron) descubrí una práctica que hasta ahora me acompaña, que ha cambiado mi forma de ver la vida, que me ha ayudado a conocerme mejor, a tener mayor consciencia de mi cuerpo, que me ha enseñado la importancia de la respiración, que me relaja y da serenidad a la vez que me llena de energía. No soy una profesional ni mucho menos, soy una simple aficionada que durante estos años ha hecho varias pausas, pero que siempre que puede vuelve al yoga. Practiqué yoga durante el embarazo, lo dejé cuando nació Mateo y ahora he vuelto a retomarlo.
Creo que es importante tener un tiempo para nosotros mismos, para desconectar de la rutina, hacer un alto en nuestras ajetreadas vidas, aislarnos del mundo y sus múltiples estímulos, y entrar en contacto con nuestro interior. Es importante que aunque sea por un momento podamos retirarnos a un "lugar" que sólo nos pertenezca a nosotros, un refugio que nos permita hacer una pausa y recuperar las fuerzas perdidas. Recargar las pilas para volver a la carga con más energía. Hay muchas formas de hacerlo: a través de la cocina, la lectura, la costura, la música, el dibujo o la pintura, por mencionar sólo algunas.
Espero poder seguir disfrutando de mi "Noche de chicas" por mucho tiempo.
Espero poder seguir disfrutando de mi "Noche de chicas" por mucho tiempo.
Q bueno! si ojala las sigas teniendo.
ResponderEliminarnunca hice yoga,me gustaria si y no. Si por todos sus beneficios, no, pq soy una persona tan,pero tan electrica, q creo q no lograria desconectarme, aparte el silencio y las presiones y felxiones, me dan dolor de panza,kkkk.
No logro concentrarrrrrmeeee, sisi, soy muy nerviosita, q tristeza :S
Lei hoy tu post anterior.
Llegò la abuela no? como les fue?
estoy recuriosaaaa.
besos.
Hola Mamà Artesana!
ResponderEliminarSíiii llegó la abuela! Está feliz con su nieto y él con ella :) Sobre el yoga, hay varios tipos...algunos son más dinámicos, perfectos para personas más activas!
besos
Hola Mila!!! Tu Post me ha llegado profundo... No sabes como extraño hacer yoga!! Desde el 2008 comencé con esta disciplina que realmente es una forma de vida... Incluso mi esposo y yo realizamos varios módulos de un diplomado en Hatha Yoga, estando embarazada él me ayudaba a hacer las asanas y luego de tener al bebé volvimos por dos meses, pero ya se ha hecho difícil hacer por el trabajo y porque tenemos q atender al niño, nos repartimos las tareas... Pero sé q en algún momento continuaré mi camino junto al yoga
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