Lo haces varias veces al día, empezando temprano por la mañana cuando me ves salir del baño después de mi ducha matutina ¡qué mejor manera de empezar el día! Cuando ves alguno de tus juguete favoritos, cuando encuentras las gafas de la abuela, cuando tienes hambre y aparece tu comida, cuando descubres algo nuevo, cuando el viento toca tu cuerpo, cuando llegamos al parque, cuando subimos en el ascensor, cuando por las tardes llega papá de trabajar o cuando ves cómo el agua llena tu bañera. Me encanta que seas capaz de emocionarte con cosas tan simples, tan cotidianas.
Se me parte el alma, me angustio y me siento impotente cuando te veo sufrir. Por un dolor de estómago, porque te han puesto las vacunas o porque, en tu afán por descubrir el mundo, te has dado un golpe de esos que tanto me asustan. Felizmente, no hemos pasado por nada serio, no se si podría soportarlo.
Me impaciento y me pongo nerviosa cuando te quejas, molestas o lloras porque estás incómodo, cansado, aburrido o porque hacemos algo que no te gusta -como esos odiosos lavados nasales-. También cuando te despiertas por las noches y no conseguimos que vuelvas a dormir. O cuando no te dejo coger algo. Sé que todavía tengo mucho por aprender y mejorar, pero poco a poco he ido desarrollando más paciencia, he aprendido a escuchar lo que tienes que decir y te entiendo más.
Me transmites paz, calma y serenidad cuando duermes. Respiras tranquilamente y casi ni te mueves. También cuando te veo tocar o mirar con gran concentración tus juguetes, libros o esos envases llenos de lentejas, pasta o arroz que he preparado para ti.
Me llenas de vida cuando te miro y sonríes. Cuando te hago cosquillas y ríes a carcajadas. Cuando me hablas a tu manera, expresando alegría, molestia o desacuerdo. Cuando te escondes detrás de la cortina esperando que te descubra. Cuando escuchamos música y te mueves al ritmo de las canciones.
Cada día, cada hora, cada minuto, siento y me emociono a tu lado.
Qué bonito Mila!. Son muchas las cosas que nos hacen sentir nuestros hijos, si pudiéramos no dejaríamos que tuvieran ni un solo disgusto y es todo un ejercicio para nosotras también el dejarlos volar, nunca estamos del todo preparadas. Un fuerte abrazo ;)
ResponderEliminarGracias Yaneth! Un abrazo :)
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