Sé que todavía faltan unos cuántos meses pero éste es un tema que no para de darme vueltas en la cabeza. En setiembre tengo que volver a trabajar y Mateo se irá a la guardería. Desde que nació casi no nos hemos separado, pasamos todo el día juntos y lo llevo conmigo a donde vaya. Por eso de solo pensar que vamos a estar separados nueve horas todos los días y que durante este tiempo él va a estar fuera de casa, compartiendo cuidadora con otros diez, once o doce niños, y sin los abrazos, besos y caricias de su mamá a los que está tan acostumbrado se me encoge el corazón. Nos hemos decidido por la guardería en lugar de por una cuidadora porque no conocemos a nadie de confianza, y la idea de dejar a nuestro hijo solo con un desconocido no nos convence para nada.
Durante la baja por maternidad mi marido y yo tuvimos largas conversaciones sobre quién iba a cuidar a Mateo cuando yo tuviera que regresar a trabajar y finalmente decidimos que yo pidiera una excedencia -algo que yo ya tenía en mente inclusive desde antes de estar embarazada- porque nos moríamos de pena de dejarlo tan pequeñito en la guardería. Y no me arrepiento. Hemos tenido que ajustarnos el cinturón y tirar un poco de los ahorros pero sin duda ha valido la pena. No cambio por nada del mundo este tiempo que he podido compartir y que sigo compartiendo con mi hijo. Haber podido presenciar cada uno de sus aprendizajes y descubrimientos, observarlo jugar y compartir juegos y muchas risas con él, llevarlo al parque todas las mañanas, darle de comer, de merendar y hacer que duerma las siestas -aunque me tome media hora o más- no tiene precio.
Pero como todo lo bueno, la excedencia se acaba. No podemos darnos el lujo de prorrogarla, si paso del año no me conservarían el puesto de trabajo y necesitamos mi sueldo. Por otro lado, me interesa desarrollarme profesionalmente y lamentablemente, aunque sea por el cuidado de un hijo, una pausa muy larga te puede dejar fuera del mundo profesional. La mayor parte de la gente me dice que Mateo estará bien en la guardería; que ahí los cuidan bien, que los estimulan mucho, les enseñan a compartir, a esperar su turno y que adquieren una rutina. No lo dudo, pero sigo preguntándome: ¿es esto verdaderamente lo que los bebés y niños tan pequeños necesitan? ¿está bien que pasen nueve o más horas al día fuera de casa y lejos de sus padres?
Los primeros años de vida son sumamente importantes, muchos expertos coinciden en que los niños deberían pasar los tres primeros años de vida al cuidado de alguno de sus padres. De acuerdo con numerosos estudios e investigaciones recientes, durante estos primeros años el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y consolida la mayor parte de los sistemas y estructuras responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico. Por ello, las experiencias durante estos primeros años son críticas. Elsa Punset en su libro Brújula para navegantes emocionales indica que "la empatía, el afecto, el deseo de compartir, el aprendizaje de la gestión de la agresividad y el desarrollo de la capacidad de amar están asociados a las capacidades de apego formadas durante la infancia y la niñez temprana".
Necesito y quiero trabajar, pero sin desatender lo más importante que tengo en la vida. ¿Es que no hay otras alternativas? Creo que tenemos que ir un poco más allá, cuestionarnos lo establecido y romper paradigmas. ¿Es necesario estar de lunes a viernes ocho o diez horas en la oficina para hacer bien nuestro trabajo? ¿Estamos utilizando el tiempo de forma eficiente? Y las nuevas tecnologías, ¿las estamos aprovechando al máximo? Hace un par de días descubrí la iniciativa El día de la oficina en casa, creo que sería interesante que este tipo de iniciativas se extendieran a un mayor número de empresas. Yo he reducido la jornada a siete horas -lo cual ya es de gran ayuda- pero si le sumamos los trayectos y una media hora para comer, en total son nueve horas las que Mateo tiene que estar en la guardería. Y mi marido, qué puedo decir, él trabaja más horas que yo.
Hemos visitado muchas guarderías y hemos intentado escoger la mejor. Sé que lo más probable es que Mateo termine por acostumbrarse, y seguro que hasta la pasará bien. No sé si yo me acostumbraré a decirle adiós cada mañana y no volver a verlo, besarlo y abrazarlo hasta nueve o diez horas más tarde. De lo que sí estoy segura es de que necesitamos un cambio para que los padres que queremos y/o necesitamos trabajar podamos compartir más tiempo con nuestros hijos. Ellos también lo necesitan y nos lo agradecerán.
Tienes toda la razón, este es un tema muy duro. Yo he tenido la suerte de poder disfrutar de mi hijo y ya está próximo a cumplir los dos años. Por la forma tan maravillosa en que he vivido cada segundo con él se que el tenerlo lejos me hubiese resultado extremadamente doloroso. Ánimo, disfruta muchísimo de él y quizás en estos meses que te quedan para comenzar a trabajar encuentren otra alternativa. Hoy, al menos, quisiera hacerte entrega de un premio que puedes recoger en mi blog ;)
ResponderEliminarhttp://yanethpoints.blogspot.com.es/2012/05/premio-dardos-y-premio-cinco-preguntas.html
Un saludo