No sé por qué me ha costado tanto escribir este post. Lo vengo preparando desde hace como dos semanas, pero no conseguía terminarlo. Le he dado mil vueltas. Finalmente, aquí está!
Hace un par de fines de semana mi enano cumplió un año. Teníamos dudas sobre si hacer algo especial por el cumpleaños o no, y al final nos animamos y organizamos una mini fiesta en casa con unos cuantos amigos cercanos y sus hijos.
Compramos un riquísimo pastel de zanahoria en Strata Bakery (si vives en Barcelona y te gusta el dulce te recomiendo visitar esta pastelería, tienen unos postres deliciosos y un lindísimo local), unas pastitas, y decoramos la casa con guirnaldas, globos y por supuesto muchos juguetes para que los peques no tuvieran oportunidad de aburrirse. Pasamos una tarde súper bonita y, aunque Mateo no llegara a darse de cuenta de qué pasaba exactamente, sabía que era un día especial y que él era el protagonista.
Durante ese día no pude evitar pensar en cuánto ha cambiado mi vida desde aquel viernes por la mañana en la que tuve esa extraña sensación e inmediatamente supe que se me había roto la fuente y que muy probablemente ese día tendríamos a Mateo con nosotros. No me lo esperaba. Aún me faltaban tres semanas para cumplir las cuarenta. De hecho, el día anterior había ido a trabajar y había sido un largo día, pues tuve que salir fuera de Barcelona para presentar los avances del proyecto en el que me encontraba trabajando. La reunión terminó tarde, tanto así que no pude ir a las clases de yoga para embarazadas. Por la noche ya sentí algo raro, pero no le di importancia. Me acosté y muy temprano por la mañana me desperté y la sensación era más fuerte, ahora era imposible pasarla por alto. Desperté a papá y nos fuimos juntos hacía el hospital.
El trabajo de parto transcurrió sin mayores complicaciones y aquella tarde tuve a Mateo entre mis brazos. Recuerdo perfectamente lo que sentí al mirarlo y tocarlo por primera vez, recuerdo su llanto y ese olor tan especial que tienen los recién nacidos. Recuerdo que mientras me trasladaban de la sala de partos a la habitación no podía dejar de llorar. No sé por qué. Tenía una impresionante mezcla de sentimientos y emociones. Sentía una inmensa alegría, pero a la vez me moría de miedo y estaba un poco triste porque como Mateo se había adelantado, mi madre no había podido estar ahí acompañándonos.
Casi sin pensarlo ha pasado ya un año desde ese día. Un año muy intenso. Han habido días -y sobretodo noches- difíciles, muy difíciles. Ya no duermo toda la noche, ni salimos al cine o a cenar. Tampoco voy de compras -como todo hombre, mi enano odia las tiendas- ni a clases de pintura. Ahora madrugamos, vemos la tele con subtítulos para no hacer ningún ruido mientras duerme y pedimos pizza algunas noches. Tenemos un salón que parece un área de juegos y me paso gran parte del tiempo limpiando y ordenando lo que el enano va desperdigando por toda la casa. Pero somos inmensamente felices y no soy capaz de imaginar mi vida sin Mateo.
El trabajo de parto transcurrió sin mayores complicaciones y aquella tarde tuve a Mateo entre mis brazos. Recuerdo perfectamente lo que sentí al mirarlo y tocarlo por primera vez, recuerdo su llanto y ese olor tan especial que tienen los recién nacidos. Recuerdo que mientras me trasladaban de la sala de partos a la habitación no podía dejar de llorar. No sé por qué. Tenía una impresionante mezcla de sentimientos y emociones. Sentía una inmensa alegría, pero a la vez me moría de miedo y estaba un poco triste porque como Mateo se había adelantado, mi madre no había podido estar ahí acompañándonos.
Casi sin pensarlo ha pasado ya un año desde ese día. Un año muy intenso. Han habido días -y sobretodo noches- difíciles, muy difíciles. Ya no duermo toda la noche, ni salimos al cine o a cenar. Tampoco voy de compras -como todo hombre, mi enano odia las tiendas- ni a clases de pintura. Ahora madrugamos, vemos la tele con subtítulos para no hacer ningún ruido mientras duerme y pedimos pizza algunas noches. Tenemos un salón que parece un área de juegos y me paso gran parte del tiempo limpiando y ordenando lo que el enano va desperdigando por toda la casa. Pero somos inmensamente felices y no soy capaz de imaginar mi vida sin Mateo.
Feliz cumple Mateo! Dios te bendiga ricamente lindo! Mila, q lindo recordar eso :) el mes q viene serè yo, escribiendo sobre eso. mi beba completara un añito, y pasò tan ràpido, y me sorprende cada cosa q aprende a la velocidad de la luz! jeje.
ResponderEliminarLeì tambien tu post anterior, y te cuento... q mi marido se operò hace unos dias de un bulto q tenia en la cabeza, y tuve q pelarse el bocho, el mismo se afeito y todavia me pidio q le retocara jajajaja, por si habian quedado pelos, bla bla bla...pues fue salir del baño y mostrarle el bocho pelado a Rafaella, q la nena se me pone seria, luego a hacer pucheros, y llora! y no quiere saber de ir con el padre....entonces le dije al padre q se pusiera el gorro (aca es invierno)/ pena q con tu marido no se pudo hacer lo mismo,pobre Mateo! jeje. Me dio tanta pena, y me imagino como se habra sentido el chiquito...Pero como decis vos, seguramente lo recordaremos y reiremos de este hecho, jijiji.
besos enormes para los dos.
http://umdiario-someu.blogspot.com/
mi blog tiene traductor.
Hola Luiza!
Eliminar¿Cómo está tu marido? Espero que lo del bulto no sea nada serio...
Se pasa super rápido, ya un año! Y cada día aprenden algo nuevo...es increible! El próximo mes te toca a ti celebrar :)
Gracias por pasarte y comentar, besos para Rafaella y para ti!
Feliz Cumpleaños Mateo!!, yo te puedo decir que mi hijo cumplirá dos años en Agosto y se me han pasado volando. Todavía no me lo puedo creer. Disfruta mucho de ese pequeñín tan lindo
ResponderEliminarUn besazo
Hola Yaneth!
EliminarMuchas gracias por los saludos cumpleañeros :) Realmente se ha pasado rapidísimo!
Un beso para ti y tu peque!