lunes, 25 de junio de 2012

Rebelión en la trona

Necesito consejos, sugerencias, experiencias, comentarios, críticas constructivas y todo lo que me pueda ayudar a cambiar y mejorar esta situación. Les cuento. Mi enano siempre ha comido muy bien, pero desde hace unas dos o tres semanas -coincidiendo con el primer cumpleaños- no quiere por nada del mundo que yo le dé de comer -salvo cuando se tratar del yogur, que le encanta-. Cuando intento darle la comida -ya sea con cucharilla o, ahora último, con tenedor- me voltea la cara, me empuja la mano y se queja. O sino coge el cubierto y lanza todo por los aires. 


Viendo esto, decidí cambiar de técnica y dejarle trozos de comida en la mesa para que él mismo los vaya cogiendo, o a veces, se los doy directamente a la mano y él se los lleva a la boca. No le dejo el plato entero porque sé que lo primero que hará es cogerlo y tirarlo al suelo. Al principio esta técnica funcionó bien, yo veía que mi enano comía a gusto y las cantidades que necesitaba. Pero desde hace unos pocos días esto tampoco funciona. Lo único que hace con -casi toda- la comida es tirarla al suelo. La coge de la mesa o de mi mano y la lanza directamente al suelo. Intento darle distintos tipos de comida: arroz, pasta, patata, carne, pollo, verduras y fruta, pero de cinco pedazos uno va a la boca y cuatro al suelo. Hoy, por ejemplo, no comió prácticamente nada y cenó tres trozos de patata, dos de zanahoria, y tres de melocotón. Después de la cena siempre le damos un biberón con cereales, y ese sí se lo toma todo sin decir palabra.

Tengo que confesar que esta situación me pone de los nervios, me angustia y, en ocasiones, me hace perder la paciencia. Intento de mil maneras hacer que coma algo: poniendo la tele o dándole algún objeto para que juegue. A veces lo consigo, otras no. Hoy día llegué incluso a levantar la voz diciéndole que ya basta, que se acabó, que con la comida no se juega. Luego me arrepentí, no creo que sea la forma. Estoy segura de que Mateo siente mi desesperación y ansiedad y que esto empeora las cosas. En la pauta orientativa de los doce meses que me dio el pediatra decía lo siguiente: "La ansiedad de los padres cierra la boca de los hijos." Estoy de acuerdo con esto y creo que, en parte, es lo que nos está pasando. 

El problema es que no sé por qué me pasa esto. Mi enano está muy bien de peso y de tamaño, sé que esto le ocurre a la mayoría de niños en algún momento, y además yo siempre he pensado que los niños de esta edad comen lo que necesitan y que, por lo tanto, si tienen hambre comen y si no, pues no. Pero de todas maneras me queda la duda de que quizás sí tiene hambre pero no le gusta lo que le estoy dando. Por otro lado, es cierto que me pone nerviosa el hecho de ver cómo se ensucia todo y que luego hay que limpiarlo, aunque realmente eso debería ser lo de menos. 

Sé que tengo que trabajar mucho mi paciencia y mantener la calma en esos momentos, pero también me gustaría saber si estoy haciendo algo mal en cuanto a la forma de darle la comida. Así que, ya saben, se aceptan todo tipo de consejos, comentarios, sugerencias y críticas -eso sí, siempre constructivas-. ¡Gracias!

lunes, 18 de junio de 2012

En el agua

Mateo disfruta mucho la hora del baño. Le encanta estar en la bañera y jugar con el agua. Últimamente también le mojo la cabeza y el cuerpo con la alcachofa de ducha y le gusta bastante. Creo que le hace cosquillas porque empieza a reírse con muchas ganas. Durante el baño nunca hay quejas ni llantos -¡éstas vienen al momento de vestirlo!-, sólo risas y juegos.


Ayer fue la primera vez que lo llevamos a la piscina y, aunque por los antecedentes de la bañera pensábamos que le iba a gustar, teníamos nuestras dudas. La temperatura del agua de la piscina es más fría   y además quizás podía asustarse entre tanta agua. Tengo que decir que el día de piscina fue un éxito. El enano estaba feliz en el agua. No paraba de chapotear y cuando lo sacábamos del agua quería a toda costa meterse nuevamente a la piscina. No paró un segundo en toda la mañana y a la hora de comer estaba tan cansado después de tanta actividad que se quedó dormido a medio comer...algo que nunca antes había sucedido -¡le cuesta mucho dormir!-.

Papá y yo somos muy playeros. Durante los veranos no perdonamos ni un solo fin de semana. Nos encanta bañarnos en el mar y nadar. El verano pasado Mateo estaba recién nacido así que prácticamente no pisamos la arena. Este verano vamos a desquitarnos. Ahora, con un año, Mateo está listo para ir a la playa. Esperamos que disfrute del mar tanto o más que de la piscina. 
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