Cuando estaba embarazada fui a clases de yoga, y algunas veces cerrábamos la clase cantando el siguiente mantra:
Que el eterno sol te ilumine
el amor te rodee;
y la luz pura interior
guíe tu camino.
Desde la primera vez que lo escuché me pareció precioso, y en momentos de tranquilidad tumbada en el sofá se lo cantaba a mi panza. Cuando nació el enano se lo canté en algunas ocasiones para tranquilizarlo y ayudarlo a dormir, luego dejé de hacerlo y lo cambié por otras nanas y canciones.
No quería perder la oportunidad de compartirlo y además, si está aquí sé que lo recordaré siempre.
¡FELIZ DOMINGO PARA TOD@S!