miércoles, 30 de mayo de 2012

Cerrando etapas


El fin de semana pasado se celebró el primer cumpleaños de la hija de una de mis mejores amigas, que vive en Perú. Este fin de semana se celebra el primer cumpleaños de Mateo. Por obvias razones, ni yo pude estar en el cumple de la hija de mi amiga, ni ellas podrán estar en el de Mateo. Esto me ha llevado a escribir este post.

Han pasado casi seis años desde que cerré una etapa de mi vida para comenzar una nueva y muy distinta a la anterior. Me casé con el papá de Mateo, renuncié a un trabajo estable y juntos decidimos dejar nuestra Lima natal para estudiar una maestría al otro lado del atlántico, en Barcelona. Un año después terminamos la maestría y como estábamos enamorados de Barcelona -de su centro, sus playas, su clima- conseguimos un trabajo y nos quedamos por estos lares.  

Hoy, pasados los treinta y con un hijo, empiezo a pensar que quizás ha llegado la hora de hacer maletas, volver a cruzar el charco, cerrar esta etapa e iniciar un nuevo proyecto junto a nuestras familias y amigos de toda la vida. Aunque pueda parecerlo, no creo que sea volver a empezar. Es cierto que allá no tenemos trabajo, ni casa, ni coche, pero llevamos con nosotros la experiencia de estos seis años.

Vivir, estudiar y trabajar en un país que no es el tuyo es muy enriquecedor. Esta experiencia me ha permitido, entre otras cosas, conocer gente nueva con costumbres distintas a las mías, entender otra manera de hacer las cosas, viajar a ciudades y países a los que nunca antes se me había ocurrido ir, probar nuevas comidas, aprender a llamar a las mismas cosas de otra forma y ver el mundo desde una perspectiva diferente, desde la perspectiva del "primer mundo", para descubrir que en mi país aún hay mucho por hacer.

Vivir un tiempo en un lugar donde no tienes "pasado" y casi nadie te conoce tiene también sus ventajas. Por momentos te sientes un poco más libre. No tienes que cumplir con ningún cumpleaños, boda o cena familiar a la que no te apetece ir. No tienes que dar explicaciones, nadie te juzga o critica, nadie opina sobre lo que haces o dejas de hacer. Casi no he tenido que soportar esos inoportunos -aunque normalmente bien intencionados- comentarios, consejos, críticas, sugerencias y opiniones relacionadas con la crianza de mi hijo -algunas veces las he recibido por skype, pero no es lo mismo- y he podido actuar libremente, haciendo las cosas que creo mejor para él.

Pero no puedo negar que estar lejos de casa, de la familia y de los amigos es difícil, muy difícil. He vivido momentos de profunda soledad. Días en los que sentía que necesitaba desesperadamente un abrazo de mi madre, un beso de mi hermana o una conversación frente a frente con alguna de mis mejores amigas. Cuando estaba embarazada sentía esto con mucha frecuencia. En ocasiones me he sentido diferente, aislada, con pocas cosas en común con los demás. Me he perdido navidades en familia, las bodas de mis mejores amigas, cumpleaños y unos cuantos nacimientos. Ahora que tenemos a Mateo esto lo siento más. Quisiera que él viva y comparta con abuelos, tíos y primos estos momentos tan especiales. 

Siempre he empezado que la vida son etapas. No hay que tener miedo de cerrar una para abrir otra nueva. Cada etapa nos aporta algo distinto, nos enriquece y nos ayuda a crecer como personas.

sábado, 26 de mayo de 2012

El hobby de mamá

Antes de estar embarazada iba a clases de pintura dos veces por semana después del trabajo. Durante el embarazo dejé de ir, me sentía un poco cansada, quería ahorrar para los gastos que se venían y la verdad es que me daba un poco de miedo exponerme a los químicos -fijador, aguarrás, etc- que se utilizan al pintar.

Hoy, con Mateo, aún no he podido retomar las clases. Tengo poco tiempo libre y, en casa me es complicado organizarme para pintar, sobretodo porque el espacio es escaso. Pero no pierdo las esperanzas, algún día volveré a hacer una de las cosas que más me gusta. Cuando pinto me olvido de todo, mi mente se paraliza. No hay pensamientos, ni planes, ni preocupaciones. Es como una meditación. Entro en contacto conmigo misma, descubro mis miedos y deseos. Uno de mis sueños es tener un pequeño taller en casa para mí, un espacio donde pintar libremente.

En nuestro paseo de hoy por la tarde pasamos por una tienda de materiales para bellas artes y no me pude resistir a entrar. El papá de Mateo me compró un "Bloc para esbozo", espero que sea el primer paso para retomar uno de mis pasatiempos favoritos. Mientras tanto, aquí les dejo algunas de mis pinturas. Pueden ver más en mi otro blog: de dibujos y pinturas.    

 HOJAS DE MAGNOLIA
Carboncillo

JUGUETES
Carboncillo

MARGARITAS
Óleo sobre lienzo

SILLA CON CALABAZA
Óleo sobre lienzo

MANZANAS
Óleo sobre lienzo

SANDÍAS
Óleo sobre lienzo

HOJAS DE MAGNOLIA
Óleo sobre lienzo

BODEGÓN
Óleo sobre lienzo

miércoles, 23 de mayo de 2012

Sabías que...

Me fascina cuando cierras las manos, abres aún más esos preciosos ojos marrones, dibujas la más hermosa de las sonrisas en tu rostro y mueves los brazos en señal de alegría y emoción.

Lo haces varias veces al día, empezando temprano por la mañana cuando me ves salir del baño después de mi ducha matutina ¡qué mejor manera de empezar el día! Cuando ves alguno de tus juguete favoritos, cuando encuentras las gafas de la abuela, cuando tienes hambre y aparece tu comida, cuando descubres algo nuevo, cuando el viento toca tu cuerpo, cuando llegamos al parque, cuando subimos en el ascensor, cuando por las tardes llega papá de trabajar o cuando ves cómo el agua llena tu bañera. Me encanta que seas capaz de emocionarte con cosas tan simples, tan cotidianas.

Se me parte el alma, me angustio y me siento impotente cuando te veo sufrir. Por un dolor de estómago, porque te han puesto las vacunas o porque, en tu afán por descubrir el mundo, te has dado un golpe de esos que tanto me asustan. Felizmente, no hemos pasado por nada serio, no se si podría soportarlo.

Me impaciento y me pongo nerviosa cuando te quejas, molestas o lloras porque estás incómodo, cansado, aburrido o porque hacemos algo que no te gusta -como esos odiosos lavados nasales-. También cuando te despiertas por las noches y no conseguimos que vuelvas a dormir. O cuando no te dejo coger algo. Sé que todavía tengo mucho por aprender y mejorar, pero poco a poco he ido desarrollando más paciencia, he aprendido a escuchar lo que tienes que decir y te entiendo más.

Me transmites paz, calma y serenidad cuando duermes. Respiras tranquilamente y casi ni te mueves. También cuando te veo tocar o mirar con gran concentración tus juguetes, libros o esos envases llenos de lentejas, pasta o arroz que he preparado para ti.

Me llenas de vida cuando te miro y sonríes. Cuando te hago cosquillas y ríes a carcajadas. Cuando me hablas a tu manera, expresando alegría, molestia o desacuerdo. Cuando te escondes detrás de la cortina esperando que te descubra. Cuando escuchamos música y te mueves al ritmo de las canciones.

Cada día, cada hora, cada minuto, siento y me emociono a tu lado.

lunes, 21 de mayo de 2012

Nuestra lactancia

La infinidad de posts, artículos y comentarios que he leído últimamente en respuesta a la última portada de la revista estadounidense "Time" en la que sale una madre amamantando a su hijo de 3 años, me han animado a contar la historia de nuestra lactancia. Quizás también sea algo que necesito hacer para curar unas cuantas heridas, y si no, aunque sea para desahogarme. 


Sé que no soy menos madre por haber amamantado a mi hijo sólo cuatro meses. Creo que todas las madres intentamos hacerlo lo mejor posible. Mateo se ha desarrollado perfectamente y, como dice su tía, es un niño sano, inteligente y, por encima de todo, feliz. Pero a pesar de todo, aún no logro deshacerme de esa especie de culpa que siento por haber "fracasado" con la lactancia materna, por no haber sido capaz de alimentar a Mateo exclusivamente con mi leche, por no haber podido ofrecerle ese regalo tan maravilloso durante más tiempo. Hasta el día de hoy cuando veo a una madre dándole el pecho a su hijo los fantasmas de nuestra lactancia me invaden y me preguntó qué pasó con nosotros. 

Cuando estaba embarazada no tenía dudas, yo quería dar el pecho a mi hijo. ¿Hasta cuándo? No lo sabía, hasta que los dos quisiéramos y pudiéramos. Nunca imaginé lo difícil que podía ser la lactancia. Me concentré en prepararme para el parto, y pensaba que una vez superado ese momento lo demás fluiría naturalmente. A pesar de que Mateo llegó tres semanas antes de los esperado el parto fue rápido y sin complicaciones, y aunque quizás no fue tal como lo esperaba, el recuerdo que tengo es maravilloso. 

Los problemas empezaron dos días después cuando, ya en casa, tuve la subida de la leche. Tenía los pechos tan hinchados que Mateo no conseguía sacar ni una gota de leche. En ese momento intentaba recordar lo que nos habían dicho sobre el tema en las clases de preparación para el parto, y lo único que venía a mi mente es que no debía usar el sacaleches, porque entonces iba producir más leche y la situación empeoraría. Al ver que Mateo lloraba continuamente y que no ensuciaba los pañales nos fuimos a urgencias. Como no comía, estaba comenzando a deshidratarse y al verme lo primero que me dijeron las enfermeras fue: "pobre, te va a dar una mastitis...". En ese momento sólo quería llorar. A Mateo le dieron un biberón y a mí me pusieron el sacaleches, me dieron un par de consejos y el teléfono de un grupo de apoyo a la lactancia. 

Al día siguiente llamé al grupo de apoyo a la lactancia, me dieron algunos consejos para descongestionar los pechos y, afortunadamente, con esto la situación empezó a mejorar. Las dos semanas siguientes me las pasé con Mateo enganchado, día y noche, recuerdo que no tenía tiempo para comer ni para ducharme y casi no dormía. Cuando lo soltaba no hacía más que llorar. Llegó el día de la visita con el pediatra y nos dimos con la sorpresa de que Mateo prácticamente no había ganado peso, así que nos dijo que debíamos complementarle con leche artificial. A mí se me vino el mundo encima, pero estaba tan cansada y confundida, que lo acepté. Así fue como empezó nuestra lactancia mixta y así también fue como cuatro meses después nuestra lactancia materna llegó a su fin. 

La lactancia mixta es complicada, pero yo no quería dejar de dar el pecho. Tomaba infusiones, cerveza sin alcohol, avena y todo lo que me dijeran que ayudaba a aumentar la producción de leche; y a la vez lavaba, esterilizaba y preparaba biberones. Cuando me quedaba tiempo y fuerzas me sacaba leche. Pero tengo que confesar que esos primeros biberones me ayudaron mucho. Mateo empezó a estar más tranquilo, lloraba menos, dormía mejor y su padre y sus abuelos tenían más oportunidades para disfrutar de él. Además, me permitieron descansar cuando estaba verdaderamente agotada.

Hoy, a la distancia, pienso que debí haber hecho las cosas de otra manera. No debí rendirme tan rápido, debí buscar más información, más ayuda, debí haber insistido más, esforzado más para conseguir la lactancia materna exclusiva con la que tanto había soñado. Si tengo más hijos volveré a intentarlo, y con la información y experiencia con la que cuento ahora espero conseguirlo. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Nuevamente juntos

Estos últimos días han sido inolvidables. Después de casi dos años mi hermana, su novio, mi mamá, mi marido y yo hemos vuelto a estar juntos. Y por primera vez también ha estado con nosotros el nuevo y, para nosotros, más importante integrante de la familia: Mateo. Muy probablemente sea él quien haya logrado movilizar a tanta gente -algunos han tenido que cruzar el charco- para que este encuentro se lleve a cabo. Y también en honor a él ahora tenemos nuevas identidades, pues nos hemos convertido en la mamá, el papá, la abuela, la tía y el tío de Mateo. Es increíble cómo se puede querer tanto a un ser que mide menos de ochenta centímetros y que con las justas alcanza los once kilos de peso, y como a su vez él puede hacernos tan felices. 


Han sido unos días únicos y muy intensos. Hemos disfrutado mucho los unos de los otros, hemos paseado, hemos jugado, nos hemos reído a carcajadas y hemos comido en demasía. Mañana mi hermana y su novio vuelven a casa y no es necesario decir cuánto vamos a extrañar su compañía y ayuda, sobretodo el pequeño Mateo. A pesar de que es la segunda vez que ve a su tía, Mateo sólo ha tenido sonrisas y muchos besos -uno que otro con mordida incluida- para ella. Se ha engreído con ella, han jugado juntos desde muy temprano por la mañana, lo ha entretenido con canciones durante las comidas y ha sido precioso ver cómo a la hora de la siesta se dormía tranquila y plácidamente entre sus brazos. En cuanto a su tío, es la primera vez que lo ve y no ha dejado de observarlo y escucharlo atentamente cada vez que hablaba, como si entendiera perfectamente lo que decía, regalándole de vez en cuando una amigable sonrisa.

Como ya dije en algún post anterior, lo que más lamento de vivir fuera de mi país es que Mateo vea poco a sus abuelos y tíos -y eso que aún no hay primos-, y viceversa. Durante estos días, al ver a Mateo tan feliz, he reafirmado mi creencia sobre lo importantes que son para el desarrollo y la vida emocional de los niños. No sé cómo se sentirá Mateo ni qué efecto pueda tener en él el hecho de que vea a sus familiares sólo por unos días, que se encariñe con ellos y luego tenga que despedirse y no volver a verlos seis, ocho o doce meses después. Por ahora sólo nos queda decirle a los tíos que nos ha encantado tenerlos con nosotros, que los vamos a extrañar mucho y que esperamos verlos pronto. 

viernes, 11 de mayo de 2012

De cambios y malas noches

Mateo -imagino que como la mayor parte de los niños y también como muchos adultos- es muy sensible a los cambios. Cualquier cambio en su rutina o en su ambiente le afecta. La visita de un familiar o amigo, unas vacaciones, un viaje, hacer alguna siesta fuera de casa o quedarse una noche con la canguro -bueno, esto sólo lo hemos probado una vez y fue un desastre- son solo algunos ejemplos de situaciones que alteran su comportamiento. 

La consecuencia más inmediata y visible es una mala noche. Esa noche resulta más difícil de lo normal dormirlo, se despierta varias veces, en ocasiones se despierta y no vuelve a dormirse hasta una o dos horas después, y normalmente se despierta muy temprano por la mañana. Obviamente al día siguiente está muy cansado, y por la tanto, muy fastidiado. Llora seguido, no quiere comer y se aburre de todo rápidamente.

Esta semana ha sido una de esas, hemos recibido en casa a varios familiares a los que Mateo no veía hace mucho, y por lo tanto las noches han sido terribles -aunque a diferencia de otras veces los días han estado llenos de juegos y risas con tí@s que no hacen más que engreirlo, abrazarlo y besarlo-. De miércoles para jueves se despertó a la una de la madrugada y no conseguimos que volviera a dormir hasta las tres. Ayer felizmente durmió hasta las cinco de la madrugada con unos tres despertares pero a esa hora ya no quería dormir más. Finalmente a las seis su papá logró que se quedara nuevamente dormido hasta las ocho. 

Espero que esta noche sea mejor porque la única manera de sobrevivir estos últimos días ha sido a punta de café -de mucho café- y creo que no dormir bien y tomar mucho café no debe ser exactamente lo mejor para mi salud. 

¡Buenas noches! 

martes, 8 de mayo de 2012

Mamá se va a trabajar, ¿y Mateo?


Sé que todavía faltan unos cuántos meses pero éste es un tema que no para de darme vueltas en la cabeza. En setiembre tengo que volver a trabajar y Mateo se irá a la guardería. Desde que nació casi no nos hemos separado, pasamos todo el día juntos y lo llevo conmigo a donde vaya. Por eso de solo pensar que vamos a estar separados nueve horas todos los días y que durante este tiempo él va a estar fuera de casa, compartiendo cuidadora con otros diez, once o doce niños, y sin los abrazos, besos y caricias de su mamá a los que está tan acostumbrado se me encoge el corazón. Nos hemos decidido por la guardería en lugar de por una cuidadora porque no conocemos a nadie de confianza, y la idea de dejar a nuestro hijo solo con un desconocido no nos convence para nada. 

Durante la baja por maternidad mi marido y yo tuvimos largas conversaciones sobre quién iba a cuidar a Mateo cuando yo tuviera que regresar a trabajar y finalmente decidimos que yo pidiera una excedencia -algo que yo ya tenía en mente inclusive desde antes de estar embarazada- porque nos moríamos de pena de dejarlo tan pequeñito en la guardería. Y no me arrepiento. Hemos tenido que ajustarnos el cinturón y tirar un poco de los ahorros pero sin duda ha valido la pena. No cambio por nada del mundo este tiempo que he podido compartir y que sigo compartiendo con mi hijo. Haber podido presenciar cada uno de sus aprendizajes y descubrimientos, observarlo jugar y compartir juegos y muchas risas con él, llevarlo al parque todas las mañanas, darle de comer, de merendar y hacer que duerma las siestas -aunque me tome media hora o más- no tiene precio. 

Pero como todo lo bueno, la excedencia se acaba. No podemos darnos el lujo de prorrogarla, si paso del año no me conservarían el puesto de trabajo y necesitamos mi sueldo. Por otro lado, me interesa desarrollarme profesionalmente y lamentablemente, aunque sea por el cuidado de un hijo, una pausa muy larga te puede dejar fuera del mundo profesional. La mayor parte de la gente me dice que Mateo estará bien en la guardería; que ahí los cuidan bien, que los estimulan mucho, les enseñan a compartir, a esperar su turno y que adquieren una rutina. No lo dudo, pero sigo preguntándome: ¿es esto verdaderamente lo que los bebés y niños tan pequeños necesitan? ¿está bien que pasen nueve o más horas al día fuera de casa y lejos de sus padres?

Los primeros años de vida son sumamente importantes, muchos expertos coinciden en que los niños deberían pasar los tres primeros años de vida al cuidado de alguno de sus padres. De acuerdo con numerosos estudios e investigaciones recientes, durante estos primeros años el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y consolida la mayor parte de los sistemas y estructuras responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico. Por ello, las experiencias durante estos primeros años son críticas. Elsa Punset en su libro Brújula para navegantes emocionales indica que "la empatía, el afecto, el deseo de compartir, el aprendizaje de la gestión de la agresividad y el desarrollo de la capacidad de amar están asociados a las capacidades de apego formadas durante la infancia y la niñez temprana"

Necesito y quiero trabajar, pero sin desatender lo más importante que tengo en la vida. ¿Es que no hay otras alternativas? Creo que tenemos que ir un poco más allá, cuestionarnos lo establecido y romper paradigmas. ¿Es necesario estar de lunes a viernes ocho o diez horas en la oficina para hacer bien nuestro trabajo? ¿Estamos utilizando el tiempo de forma eficiente? Y las nuevas tecnologías, ¿las estamos aprovechando al máximo? Hace un par de días descubrí la iniciativa El día de la oficina en casa, creo que sería interesante que este tipo de iniciativas se extendieran a un mayor número de empresas. Yo he reducido la jornada a siete horas -lo cual ya es de gran ayuda- pero si le sumamos los trayectos y una media hora para comer, en total son nueve horas las que Mateo tiene que estar en la guardería. Y mi marido, qué puedo decir, él trabaja más horas que yo. 

Hemos visitado muchas guarderías y hemos intentado escoger la mejor. Sé que lo más probable es que Mateo termine por acostumbrarse, y seguro que hasta la pasará bien. No sé si yo me acostumbraré a decirle adiós cada mañana y no volver a verlo, besarlo y abrazarlo hasta nueve o diez horas más tarde. De lo que sí estoy segura es de que necesitamos un cambio para que los padres que queremos y/o necesitamos trabajar podamos compartir más tiempo con nuestros hijos. Ellos también lo necesitan y nos lo agradecerán.

domingo, 6 de mayo de 2012

¡Feliz día mamás!

Este es oficialmente mi primer día de la madre y para celebrarlo quiero compartir un poema que me hizo reflexionar mucho la primera vez que lo leí, y que siempre tengo presente. Creo que explica muy bien nuestro papel como madres.


"Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo,
en cada vuelo,
en cada vida, 
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado."


Poema de la Madre Teresa de Calcuta

sábado, 5 de mayo de 2012

Hay golpes en la vida...

A sus once meses esto Mateo lo sabe muy bien. Se ha dado muchos golpes pero el de ayer es el primero que le ha dejado huella -pequeña felizmente-.


Ahora Mateo se mueve mucho y claro, esto tenía que pasar. No puedo decir que fuera un descuido porque yo estaba a su lado cuando perdió el equilibrio, se cayó hacia adelante y se golpeó contra el tirador del cajón del armario de su habitación. Lloró muchísimo por el golpe -qué además sonó muy fuerte- pero felizmente no pasó de un susto, unos minutos después ya estaba riendo y jugando como siempre. Me ayudó mucho que mi madre estuviera conmigo porque en estos casos estar acompañado da algo más de tranquilidad, y te permite mantener la calma.

Me gusta que Mateo se mueva por toda la casa, que tenga curiosidad por descubrir cosas nuevas y que investigue, no quiero cortarle las alas ni estar todo el tiempo diciéndole "eso no" o "ten cuidado"; pero lo cierto es que me da miedo que se haga daño. Me imagino que esto le pasa a muchas madres, hay que intentar encontrar un equilibrio, activar todos nuestros sentidos para así poder reaccionar rápidamente cuando se presenta una situación peligrosa, y así evitar un accidente. 

¿Consejos?

viernes, 4 de mayo de 2012

¡Vaya mañana!

Hoy hemos tenido una mañana muy larga y cansada. Tenía que ir a dejar unos documentos al despacho donde trabajo y como mi madre no se encuentra bien he decidido llevarme a Mateo conmigo. 

Mateo suele despertarse temprano, pero hoy ha madrugado más de lo normal, a las 6am ya estaba despierto, o sea que a la hora que hemos salido de casa -cerca a las 9am- ya tenía algo de sueño. En el metro la cosa no ha ido tan mal, se ha quejado un poco pero nada más, además teníamos sólo dos paradas así que ha sido rápido. La odisea ha empezado al subir al autobús. Ha roto a llorar a lágrima viva. Yo he intentado calmarlo hablándole y dándole algún juguete pero cada vez que el autobús se ponía en marcha después de una parada empezaba el llanto. Esto me puso un poco nerviosa. Sé que no debería, es un bebé y es normal que llore, pero ver que no era capaz de calmarlo y que la gente volteaba a mirarnos me ha hecho sentir incómoda.

Enfín, que después de unos veinte eternos minutos hemos llegado a nuestro destino. Mateo ha dejado de llorar pero ha empezado a quejarse porque, obviamente, estaba ya cansado y quería salir del cochecito. Ha sido entrar al despacho y como todos mis compañeros han venido inmediatamente a verlo, no sé si se ha asustado o qué pero ha empezado a llorar sin consuelo. Lo he cogido en brazos y se me ha prendido como un koala, no quería saber nada de nadie. De nuevo me he puesto nerviosa. Quería consolar a Mateo y a la vez sentía que estaba molestando, porque mis compañeros y mis jefes estaban trabajando y creo que hasta había algún reunión con un cliente o algo por el estilo. Después de un buen rato finalmente he conseguido que se duerma, pero durante ese tiempo la he pasado muy mal. 

Pero la historia no termina aquí. A la hora de irnos, he sacado a Mateo del cochecito para ponerle la chaqueta y lo he despertado. Así que nada, el pobre creo que solo pudo dormir unos veinte minutos. Para el regreso he decidido cambiar de ruta y coger sólo el autobús. De solo ver el autobús Mateo se ha puesto a llorar nuevamente. Yo ya estaba exhausta. Y al subirnos ha seguido llorando. He sacado sus juguetes, le he dado mi pañuelo, le he cantado, lo he hecho jugar al escondite, y más o menos he logrado controlar el llanto. Con las últimas fuerzas que me quedaban hemos llegado a casa, y cuando he abierto la puerta le ha regalado una hermosa sonrisa a su abuela. Todo había vuelto a la normalidad. 

¡Vaya mañana! He terminado agotada. Y creo que él también. 

jueves, 3 de mayo de 2012

¡Gracias por estos once maravillosos meses!

GRACIAS...

Por dejarme ser tu mamá
Por acompañarme cada día
Por despertarme temprano
Por enseñarme que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas
Por regalarme millones de sonrisas
Por bailar conmigo
Por enfadarte cuando algo no te gusta
Por emocionarte cuando algo te gusta
Por ayudarme a conocerme a mí misma
Por hacerme mejor persona
Por darle sentido a mi vida y hacerme feliz.

No puedo imaginar mi vida sin ti.


martes, 1 de mayo de 2012

Mis reflexiones sobre estos últimos cuatro días

Estos últimos cuatro días he asistido al curso de Formación de Educadores de Masaje Infantil de la AEMI. Han sido días muy intensos en todo sentido.


Es la primera vez que Mateo y yo nos separamos durante tanto tiempo. Los cuatro días he salido a eso de las 8:30am y he vuelto a casa pasadas las 6:30pm. Lo he extrañado muchísimo. A pesar de que el curso ha sido fantástico -ya hablaré de ello- han habido momentos en que sentía una necesidad apremiante de abrazarlo y besarlo. Es lo primero que he hecho todos los días al volver a casa. Pero por otro lado creo que ha sido bueno para todos, para él, para mí y para papá que se ha quedado a su cargo. He disfrutado de un tiempo para mí mientras Mateo y papá han tenido la oportunidad de conocerse un poquito más y fortalecer su relación. Papá ha vivido en carne propia lo que yo hago todos los días: le ha preparado y le ha dado el desayuno, lo ha cambiado, lo ha llevado al parque, le ha dado la comida, lo ha hecho dormir la siesta, le ha preparado y le ha dado la merienda y ha jugado muchísimo con él. Y estoy muy contenta porque considero que ha sido muy enriquecedor para ambos.

El curso me ha encantado. Ha sido mejor de lo que yo esperaba. La formadora fenomenal, y las compañeras también. Ha sido muy interesante compartir experiencias y conocimientos con chicas con profesiones tan distintas a la mía -yo soy ingeniera industrial y en el curso todas eran educadoras infantiles, psicólogas, masajistas, fisioterapeutas-. La variedad de temas también me ha sorprendido, no hemos hablado sólo del masaje infantil sino también del llanto, del vínculo y del apego, de los reflejos del bebé, y de los estados de comportamiento del bebé, entre muchas otras cosas. Temas que ahora tengo mucho interés en investigar para aprender un poco más. 

Estos últimos cuatro días se me han hecho largos pero a la vez cortos. Estar tanto tiempo separada de Mateo ha sido difícil pero a la vez me hubiera encantando tener más tiempo para seguir hablando y aprendiendo sobre el masaje infantil y todo lo que lo rodea. Es mi primer contacto a nivel profesional con el mundo de la infancia. Tengo muchas ganas de poner en práctica lo aprendido y de seguir recorriendo este maravilloso mundo.
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